Humberto TORRES R.
En momentos en que la desinformación es un desafío significativo en la sociedad actual, la verdad, como base de la democracia y la cohesión social, merece ser protegida con determinación y compromiso. Las redes sociales, la rapidez en la transmisión de información y la falta de verificación contribuyen a la propagación de noticias falsas.
Ante esta problemática, es esencial adoptar una postura activa y comprometida para combatirla, y si bien es una tarea compleja no es imposible. Requiere esfuerzos sostenidos y coordinados entre múltiples actores de la sociedad, pues solo a través de la educación, la regulación adecuada, la responsabilidad de los medios y la participación activa de los ciudadanos podremos construir un entorno informativo más confiable y justo.
La desinformación afecta múltiples áreas, desde la política y la salud pública hasta la ciencia y la educación. Un ejemplo contundente y dramático se vivió durante la pandemia de Covid-19, donde la propagación de información falsa sobre tratamientos, vacunas y medidas preventivas causó confusión, redujo la confianza en las instituciones y, en algunos casos, puso vidas en peligro.
«En momentos en que la desinformación es un desafío significativo en la sociedad actual, la verdad, como base de la democracia y la cohesión social, merece ser protegida con determinación y compromiso»
Actualmente las redes sociales permiten que la información falsa llegue rápidamente a millones de personas antes de que pueda ser corregida, donde las plataformas digitales priorizan el contenido más viral, que a menudo es sensacionalista o emotivo, favoreciendo la propagación de desinformación.
Muchas personas no tienen las habilidades necesarias para evaluar críticamente las fuentes de información, y en algunos casos, la desinformación es impulsada deliberadamente para manipular la opinión pública o generar beneficios económicos.
En este escenario, es necesario como indispensable alentar el pensamiento crítico como una herramienta poderosa para identificar desinformación. Educar a las personas para que cuestionen la veracidad de las noticias antes de compartirlas es fundamental y esto incluye verificar las fuentes, analizar los intereses detrás de la información y contrastar con otros medios confiables.
Aunado a ello, la alfabetización mediática consiste en enseñar a las personas a comprender cómo funcionan los medios de comunicación, sus objetivos y sus posibles sesgos. Esto incluye conocer cómo se crean los algoritmos en redes sociales que amplifican ciertos contenidos y cómo las emociones, el miedo o la indignación, se utilizan para viralizar información falsa.
Sin duda las plataformas digitales tienen un papel crucial en la lucha contra la desinformación, pero es necesario que estas compañías implementen políticas claras para identificar y detener la propagación de noticias falsas, como sistemas de verificación o etiquetas para contenido dudoso.
Además, los gobiernos y las organizaciones internacionales deben colaborar para crear normativas que incentiven la transparencia y castiguen la manipulación deliberada de la información.
Tal y como se ha advertido, luchar contra la desinformación requiere la participación activa de todos. Educar, reflexionar y actuar con responsabilidad son pasos necesarios para construir una sociedad más informada y resiliente.
